Un telescopio espacial capaz de ver planetas extrasolares de forma directa.
ATLAST, el telescopio espacial definitivo
El telescopio espacial Hubble (HST) es probablemente el instrumento espacial más famoso de todos los tiempos. Al estar situado en el espacio se halla libre de las molestas interferencias de la atmósfera terrestre, lo que le permite obtener esas impresionantes imágenes a las que todos estamos acostumbrados. ATLAST (Advanced Technology Large Aperture Telescope)continuará la labor del Hubble y de su primo, el telescopio James Webb (JWST), pero la llevará a una nueva dimensión. Para que nos hagamos una idea de sus posibilidades, tendría una resolución angular entre cinco y diez veces la del James Webb, mientras que su sensibilidad sería dos mil veces superior a la del Hubble. Ahí es nada.
ATLAST nació hace cinco años como un concepto del Space Telescope Science Institute (STScI) de la NASA y al ser una mera propuesta su diseño no se ha concretado. Existen tres variantes principales, dotadas de un espejo de 8 metros, 9,2 metros y 16,8 metros de diámetro respectivamente. Estas dos últimas versiones serían espejos segmentados desplegables parecidos a los del James Webb, aunque para la versión de 8 metros no se descarta usar un espejo monolítico. Como comparación, vale la pena recordar que el espejo del Hubble tiene un diámetro de 2,4 metros, mientras que el del JWST es de 6 metros.
Si se equipa con un coronógrafo interno, ATLAST descubrirá como mínimo unas diez exotierras. ¡Diez mundos similares al nuestro en órbita de otras estrellas! Pero no sólo eso. También será capaz de averiguar si la atmósfera de estos planetas presenta ciertos compuestos –biomarcadores– que podrían ser revelar la presencia de formas de vida. ¿No es increíble? Además, ATLAST permitirá reconstruir por primera vez la formación estelar a lo largo de la historia del Universo, al ser capaz de resolver individualmente estrellas en 140 galaxias fuera del Grupo Local. O lo que es lo mismo, podrá estudiar directamente los procesos de formación estelar que tuvieron lugar hace diez mil millones de años. Si usamos un espejo de 16 metros, el número de galaxias aumentaría hasta los 370.
Aunque durante esta década y la siguiente se construirán varios telescopios gigantes en tierra, es importante subrayar que estas instalaciones nunca podrán superar ciertas limitaciones impuestas por la atmósfera terrestre, como por ejemplo, el rango de longitudes de onda que podemos observar. En cambio, los instrumentos de ATLAST no sólo podrán ver en el visible, sino también en infrarrojo y ultravioleta. ATLAST estaría situado en una órbita de halo alrededor del punto de Lagrange L2 del sistema Tierra-Sol, como muchos otros observatorios espaciales.
El gran talón de Aquiles de este gigante es que es tan grande que no existe un cohete en servicio capaz de lanzarlo al espacio. Se suponía que ATLAST iba a emplear el Ares Vdel Programa Constelación de la NASA, pero éste fue cancelado por Obama en 2010. Por si acaso, el Instituto del Telescopio Espacial concibió versiones de ATLAST capaces de ser puestas en órbita mediante un Delta IV Heavy -el cohete estadounidense más potente en servicio- fuertemente modificado, pero a pesar de todo muchos se temieron en su momento que la muerte del Ares V supusiese también el fin de ATLAST. Por suerte, el futuro cohete de la NASA, el SLS, también podrá lanzar ATLAST sin demasiados cambios. Pero, ya puestos, ¿por qué limitarnos a un telescopio con un espejo de 17 metros? Con el SLS tenemos a nuestra disposición la posibilidad de lanzar auténticas bestias con espejos de hasta 24 metros de diámetro, el sueño secreto de cualquier astrónomo.
Por ahora, ATLAST se ha propuesto como una misión de tipo Flagship de la NASA para la década 2025-2035. Si el SLS acaba siendo una realidad, es muy posible que un telescopio como éste sea una de las aplicaciones más apasionantes de este lanzador. Por desgracia, los sobrecostes y retrasos del James Webb no son un buen presagio para este proyecto. Como siempre, la paradoja asociada a todos estos proyectos es que ahora que por primera vez en la historia tenemos a nuestra disposición la tecnología para detectar vida en otros mundos fuera del Sistema Solar, parece que lo que nos falta es iniciativa política.