La única forma de innovar que conozco

El mayor de mis hijos, Isaac, es fisioterapeuta. Y muy bueno, por cierto. Preocupado como está por mis dolores de espalda, me enseña ciertos ejercicios de Pilates para reforzar la musculatura y aumentar así la flexibilidad y la fuerza de esa zona. De hecho, hasta me deja las instrucciones de lo que debo hacer cada día. Vamos, que para mejorar no tengo excusa y solo tengo que seguirlas. Cada cierto tiempo me pregunta “Papá ¿hiciste los ejercicios?” Y yo, después de sumar una serie de excusas, le digo que no. Entonces, y con cierto lógico enfado, me espeta: “Papá, si no pones de tu parte nada va a cambiar”

Y ese es el meollo: poner de nuestra parte. Todos, absolutamente todos los profesores que conozco que han innovado, que han conseguido cambiar su entorno educativo, han puesto de su parte, y mucho. Y mira que hay razones para no hacerlo. De hecho, NO tienes que hacerlo. Es más, me atrevería a decir que hay un montón de “excusas” para no hacerlo.

Por eso, de la misma forma que lo más importante no son las instrucciones que mi hijo me da sino lo que hago yo con ellas, lo transcendental no es la cantidad de cursos y formaciones que hacemos, sino lo que hacemos después de ellas.

He conocido a muchos profesores que tienen un montón de cursos en su haber, pero nada más. ¿De qué les vale? Peor aún, ¿de qué les vale a sus alumnos? Y, al contrario, profesores que con unas breves pinceladas se han puesto manos a la obra y han provocado un cambio real en su comunidad educativa.

Eso sí, poniendo mucho de su parte.

Y lo dejo aquí que me voy a hacer los ejercicios de Pilates. ¡Chao!

Compartir: