A todo el mundo parece preocuparle la educación de las nuevas generaciones. Hay muchas ideas sobre la mesa que pretenden mejorar lo que se considera la mejor inversión a largo plazo que una sociedad puede hacer.
Sin embargo no hay un gran acuerdo al respecto. Las ideas que pugnan por convertirse en hegemónicas son divergentes y no existen grandes acuerdos de referencia acerca de qué orientación tomar.
El futuro llega sin avisar
Pero la realidad no espera. Y los niños que queremos educar de la mejor manera posible, tampoco. No podemos congelarles en la infancia esperando a que decidamos cuál es la mejor enseñanza que les podemos proporcionar.
Por tanto, de esta parálisis acerca de las decisiones sobre la educación del futuro se deriva una clara amenaza para la formación de generaciones enteras, que permanecen en una espera permanente, como si su educación fuera siempre un sistema transitorio.
Tenemos que diferenciar entre la parálisis política e institucional y la evolución del entorno educativo. La primera no tiene justificación pero sin embargo tampoco parece tener una solución sencilla.
En cambio, la evolución del entorno educativo es imparable, como lo es la evolución social, aunque los políticos no se den cuenta de ello o renuncien a aprovechar los cambios del entorno.
La irrupción de las TIC
El principal cambio ha venido de la mano de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Muchas personas ya han asumido que los otrora denostados videojuegos, tienen beneficios para los niños. Esta reivindicación de determinadas tecnologías a favor de la educación, es imparable.
Hoy en día Internet nos posibilita atender en tiempo real a lecciones magistrales de muchas de las mejores universidades del mundo a través de los MOOC. Hay diccionarios y traductores online, bases de datos especializadas en todos los temas, enciclopedias gratuitas y tests interactivos sobre cualquier asignatura que nos interese.
Miles de emprendedores están poniendo a disposición de los estudiantes, padres y profesores, apps educativas que facilitan el aprendizaje y estimulan la creatividad de los niños y adolescentes.
Sin embargo, ya sea por temor a la novedad o por desconocimiento de las inmensas posibilidades que permiten las TIC, hay sectores de la población y de las instituciones educativas que son aún reacios a la implementación de estas tecnologías en la educación.
El riesgo de perder el futuro
Mientras en nuestra sociedad la penetración de las nuevas tecnologías se va haciendo con cuenta gotas y a pesar de las resistencias padecidas, en otros países del mundo la apuesta por las TIC es decidida y vertebra los modelos educativos de muchos países.
El mundo actual es cada vez más competitivo y en el futuro inmediato esa característica va a ir en aumento. Pero en vez de verlo como algo negativo hay que entender que los grandes cambios suponen también grandes oportunidades.
Los niños de hoy, llamados a ser los adultos, ciudadanos y profesionales del mañana, vivirán en un mundo aún más interconectado que el actual. Las barreras socioeconómicas y culturales serán más débiles. Las fronteras serán, al menos en cuanto al conocimiento se refiere, más permeables.
Por eso una de las grandes apuestas es ayudar a nuestros hijos a aprender idiomas. Esto les facilitará tener una mayor ventana al mundo y muchas más y mejores oportunidades profesionales.
Además, cuanto más acostumbrados al uso de las nuevas tecnologías estén nuestros hijos, más sencillo les será adaptarse a los cambios tecnológicos permanentes. Esto contribuirá a que esa capacidad de adaptación la apliquen a otros ámbitos de su vida.
Las oportunidades de las TIC aplicadas a la educación son muy diversas. Pero además de tener en cuenta estas enormes oportunidades, no debemos perder de vista el riesgo que conlleva ignorarlas. El futuro de nuestros niños es también el nuestro; ignorar los cambios tecnológicos nos hará perder el tren del mejor futuro al que aspiramos.
